por los mares del sur
De mis vivencias en la vuelta al mundo por el hemisferio sur abordo del Barco de la Paz
sábado, 7 de marzo de 2015
DESCUBRIENDO EL PACÍFICO
HONIARA, GUADALCANAL - ISLAS SALOMÓN Melanesia (23 de febrero)
Fueron los colonos europeos los que dividieron el
Pacífico en las regiones que hoy conocemos: Polinesia (muchas islas),
Micronesia (islas pequeñas) y Melanesia (islas negras).
La isla de Guadalcanal pertenece al país Islas Salomón.
Nombrado así por los exploradores españoles que salieron desde Perú siguiendo
la idea de los mayas de que al oeste hay unas islas pobladas por gentes negras
con mucho oro. Cuando llegaron, pensaron que el templo de oro del Rey
Salomón descrito en la biblia se
encontraba aquí.
Al bajar del barco nos recibía un grupo de músicos
locales que tocaban flautas de Pan gigantes y unos instrumentos de percusión de
bambú también.
Nos tomamos un zumo en una cafetería cerca del puerto con
la amiga de Keiko. Keiko es una compañera del barco, su padre es japonés y su
madre de Papúa Nueva Guinea (Melanesia).
La amiga es de aquí de Guadalcanal.
Después fuimos al mercado general. Observar a la gente en
los mercados es de lo que más me gusta. Mucho reggae, pies descalzos (estamos
en una isla tropical) mucha sonrisa y esos rasgos tan de aquí que son muy
exóticos para cualquier occidental.
Creo que junto con Madagascar es el país con más pobreza
que hemos visitado.
Después fuimos a la galería de arte municipal. Había una
muestra de artistas locales y una muestra de la historia de los isleños
secuestrados para trabajar en los campos de cania de azúcar en Queensland,
Australia. Los colonos europeos, como siempre haciendo barbaridades allá por
donde van en tierra ajena.
Después visitamos en museo nacional donde aprendimos de
la historia de las islas, especialmente de cómo se vieron involucrados en una
Guerra Brutal en sus propias casas así sin querer. Una guerra entre EEUU y
Japón, que decidieron luchar en estas islas por su localización. Fue la guerra
del Pacífico en la II Guerra Mundial.
Todavía hoy se pueden ver cascos de buques de guerra semi-hundidos por
las playas de la isla.
Estuvimos un rato charlando con la mujer de la tienda del
museo y ella nos llamó a un taxi para ir a una playa que nos recomendaron. Al
lado de la carretera había puestos con barbacoas (hechas con bidones) donde
torraban pescado y pollo. Nos sirvieron en un plato-cuenco hecho con una rama
de palmera una ración de arroz y un pescado. Nos lo comimos al lado del mar en
un chambao que había.
Después de nadar y explorar la playa nos tomamos unas
cervezas SolBrew, la cerveza local.
Desde el viaje al sur de La India que no experimentaba la
otredad que viven los locales cuando ven a alguien diferente. Es esa mirada
entre la sorpresa y la vergüenza. El sentirte observado y notar que hablan de
ti simplemente porque eres diferente. Todo el mundo debería sentir lo que
significa ser minoría étnica en un grupo para después poder empatizar con esas
minorías cuando se es mayoría.
En la isla de Guadalcanal hubo en los años 2000 un
conflicto violento muy fuerte entre los isleños y sus compatriotas de la isla
de al lado que vinieron aquí en busca de una vida mejor. Los locales se
sintieron atacados porque pensaron que su estabilidad se vería afectada si se
masificaba la isla. Este conflicto hizo que el poco turismo que recibía la
isla, se acabara. Peace Boat ha sido
uno de los primeros grandes cruceros en parar aquí después del conflicto. Por
eso todo el mundo sabía que veníamos.
Al menos un puerto en el que la aglomeración que
generamos va a empujar un poquito la economía local del sector turístico.
A la vuelta, mientras el público local observaba el
espectáculo de los japonesicos comprando en los mercadillos que habían montado
para la ocasión al lado del puerto, entrevisté a un hombre que empezó una
conversación con nosotros. Era un profesor de primaria en una escuela de un
pueblo de aquí en Guadalcanal. Fue interesante hablar con él.
Al dejar Honiara tuvo lugar la última ceremonia de
despedida. Esta, al ser la última fue a lo grande, como cuando dejamos Yokohama
hace ya unos 100 días. Cava, confeti, música y baile.
Últimos días ya encaminados a Yokohama de nuevo, el viaje
se acaba y es tiempo de reflexionar, de limpiar, de abrazar a gente que
probablemente nunca volvamos a ver.
BAILANDO CON TIBURONES
BORA BORA, TAHITI (14 de febrero)
Nos recibían en la terminal de la isla unos viejitos
tocando música tradicional. Contratamos una excursión Joe, Cilla, Montse y yo. Nos
bañamos con tiburones, dimos de comer a las manta-raya, nos dimos un masaje de
arena, buceamos en el “coral graden” rodeados de cientos de peces de colores,
corales de colores eléctricos. Qué maravilla. De ahí, Aru, el conductor de la
barca, nos llevó a una isla de unos 200m2 donde vive su tío en un chambao.
Abrió una sandía y troceó unos plátanos y los comimos disfrutando de las
vistas. De ahí nos dio la vuelta a la isla principal y nos iba hablando de lo
que veíamos: hoteles de lujo básicamente. Le pregunté y me dijo que dejan en
impuestos en la isla el 20% de los beneficios. También nos señaló un cañón y un
búnker de la II Guerra Mundial. Como dijo Montse “La de mierda que ha visto esta isla”. Entre la guerra, la colonización
y las pruebas nucleares… el paraíso se llenó de mierda.
COMO ROBINSON CRUSOE
PAPEETE, TAHITÍ (13 de febrero)
De Papeete y la isla de Tahití puedo hablar bien poco
porque pasamos el día en la isla de al lado: MOOREA. Playa, bucear con los
peces de colores, y buscar, abrir y comer cocos mientras ojeábamos un libro de
tatuajes tradicionales polinésicos.
Pasamos el día con Eric, un californiano de origen
mexicano que conocimos por la calle en Papeete y se vino a pasar el día con
nosotros en este paraíso radioactivo.
EN EL PACÍFICO
De Perú a Rapa Nui tuvimos como experto invitado (mizuan)
a Sergio, un rapa nui que trabaja en el departamento de conservación de flora
del parque nacional Rapa Nui, además forma parte del grupo de avistación de
aves, del grupo de canoas tradicionales, y es miembro de la ONG Toki para la
conservación de la cultura local.
La verdad que sus charlas estaban serían más entendibles
en un congreso de flora o fauna, pero para un público general se hacían muy
pesadas. La gente estaba más interesada en aspectos culturales que no en
especies endémicas.
De todos modos el tipo era agradable y siempre un gusto
compartir con él una birra o un bol de rame.
En este trayecto ha empezado el último semestre de clases
y tengo menos intensivas (me quedan 5) y menos clases abiertas (me queda sólo
una más!). Así que tengo más tiempo libre para asistir a conferencias,
talleres, ir a la piscina, etc.
El otro día di por fin mi charla sobre tipos de violencia
y modelos de paz en las favelas de Brasil. Fue un proyecto de la universidad
que hice con mi compañero de clase Sergio para la clase ‘discursos
audiovisuales y cultura de la paz’ en la UJI.
Ahora de Rapa Nui a Papeete tenemos a Gabi (58 años), un
activista por la cultura polinesia que no explicará más sobre la historia
reciente de Rapa Nui y Tahití.
Ayer cenamos con él y el tipo es muy auténtico. Es un
lujo conocer a un personaje tan influyente en la región del Pacífico.
Fue el primer indígena polinesio en sacarse un doctorado.
Da conferencias en la ONU, ha tenido reuniones con presidentes de EEUU, con
Mandela, con el Dalai Lama.
Siempre con su
sonrisa, su pareo y sus pies descalzos (nunca lleva zapatos, ni en la
ONU). Es bastante pesimista sobre el
futuro d Rapa Nui. No entiende por qué ellos mismos se aíslan en lugar de
reconstruir sus lazos con la región polinesia, que es donde Rapa Nui pertenece
culturalmente. Nos contaba que el año pasado fue con el presidente de Nueva
Zelanda a Rapa Nui para ofrecer becas y crear una conexión con los estudiantes
para que a partir de ahora en lugar de estudiar en Valparaíso o Santiago de
Chile fueran a las Universidades de Nueva Zelanda, donde se puede estudiar la
cultura Maorí (polinesia). Dice que nadie se presentó a la reunión. Nos contaba
también cómo en cinco años en la isla los rapa nui han pasado de ser mayoría a minoría.
El gobierno de Chile quiere poco a poco ‘chilenizar’ la isla y acabar con la
cultura milenaria rapa nui. “Y ellos
mismos no se dan cuenta”.
Gabi aboga en a largo plazo por la independencia de la
isla respecto al estado chileno, y a un corto plazo por la autonomía, que
puedan tener un gobierno local.
Cada año la Isla de Pascua recibe 75.000 turistas, y los
isleños son 5000. Podrían sólo con el turismo ser independientes y ricos. Pero
el dinero se va a Chile y bien poco les retorna. “Pero a ellos les da igual, no saben ni cuánto dinero se va, ni cuanto
vuelve, sólo les interesa bailar y el ukelele”. Decía con frustración.
Nosotros le decíamos que debería buscarse un socio local,
rapa nui, para reeducar allí a los isleños, no ‘el que es un extraño para
ellos. Y que quizá con el tiempo volverían a buscar sus raíces polinésicas y
serían ellos mismos los que demandaran su autonomía. Pero no hay tiempo, el
gobierno chileno trabaja ya en la otra dirección.
Las islas de la Polinesia todavía son colonia francesa,
pero gracias a la presiones de Hiti Tau
(la ONG que fundó Gabi) ante la ONU, ésta las ha incluido en los territorios
que deberían descolonizarse en los próximos años. Gabi fue el primer activista
en organizar protestas contra las pruebas de bombas nucleares de Francia en la
Polinesia, la última fue en 1995. Como protesta quemaron el aeropuerto de
Papeete, la conexión principal de Francia con su colonia.
Los tres campos de acción de Hiti Tau son la lucha antinuclear, la independencia de la Polinesia
y la recuperación de la cultura y economía local Maorí.
Esta tarde es su primera conferencia.
Entre tanto está habiendo un montón de talleres y charlas
sobre gestión del tiempo, acortar la brecha entre tu vida ideal y tu vida
diaria, conservación de tiburones y océanos, modelos educativo alternativos en
el mundo, identidad, etc. Un lujo tener el tiempo y el espacio para poder
repensar sobre estos temas.
SOBRE RAPA NUI:
Rapa Nui es la isla habitable más remota del mundo. Chile está a 3700Km y las islas Pitcairn a
2100Km. Tiene 106 Km2 en forma triangular, y 887 Moais repartidos por las
costas de la isla.
La isla, junto con Hawaii y Nueva Zelanda forma el
triángulo polinésico.
Se calcula que los primeros pobladores llegaron en el año
900 dC a esta isla con bosques subtropicales, y el explorador holandés encontró
la isla el día de Pascua (5 de abril) de 1722 yerma y seca. Esa era la primera
vez que los Rapa Nui tenían contacto con otra cultura. Eso es lo que los ha
hecho tan auténticos: el aislamiento.
Los Moai son esculturas de unos 4 metros (el más grande
mide 21m) y pesan unas 10 toneladas, que representan a antepasados de
altolinaje de los clanes de isla. Se
asientan sobre Ahu, los altares, que pueden pesar de 300 a 900 toneladas.
La isla se dividía en 12 clanes que se repartieron el
territorio de costa a interior como un pastel. Entre clanes se competía por ver
cual tenía más moais en su territorio.
Dado el tamaño y el número de deAhu y Moais, la labor de
construirlos aumentó un 25% las exigencias alimentarias d la población durante
los 300 años de construcción principal.
Se requería alimentar a los constructores, y además se necesitaban
muchas sogas y tronco para el transporte y montaje de las esculturas.
Esto, junto con las características geográficas y
climáticas de la isla, causaron la deforestación.
Es increíble que el fervor religioso y la competencia
lleven al autosuicidio de una sociedad.
En 1838, cinco agujereadas canoas se acercaron a un barco
francés y los Rapa Nui repetían ‘Miru’.
Es el nombre de la madera con la que los polinesios construían sus canoas.
La falta de madera produjo un cambio total en los usos y
costumbres de la sociedad Rapa Nui, hasta el punto de llegar al canibalismo.
Sin canoas no podían pescar atunes.
La crisis social llevó a un levantamiento militar que
derrocó el poder de jefes y sacerdotes, y con ellos cayó la antigua religión.
Los clanes rivales, ahora en lugar de competir por
construir más Moais, se dedicaban a tumbar los d los clanes rivales.
Cuando en 1774 el capitán Cook llegó a Rapa Nui encontró
a unas “gentes pequeñas, enjutas tímidas
y pobres”. En 1868 no quedaba ni un Moai en pie. Los propios isleños
destruyeron la obra de sus antepasados.
Ahora el orden político se llevaba a cabo mediante la ceremonia del
hombre pájaro. La última ceremonia se celebró en 1867.
En 1862 un barco d esclavos peruano raptó a 1500 isleños.
En 1864 y 1870 hubo epidemias de viruela traídas por los occidentales a la
isla. En 1872 quedaban en Pascua 111 isleños. De los 30000 que hubo en su
momento culminante.
En 1870 comerciantes europeos llevaron ganado ovino a la
isla y reclamaron la propiedad de la tierra. En 1888 el gobierno de Chile se
anexionó la isla y una empresa escocesa con sede en Chile gestionó el ganado.
Confinó a los isleños en una aldea y los obligó a trabajar para la empresa a
cambio de productos, no de dinero. El suelo de la isla se sigue empobreciendo
por el pastoreo.
En los 60 la isla recobra el orgullo cultural y se
estimula la economía turística.
He explicado todo esto de las fechas para ver que
realmente los cambios han tenido lugaral final del s.XIX, y XX, hace nada. Por eso
llegar a la isla todavía hoy, es como volver a explorarla y puedes ver cómo el
trabajo de recuperación de lo autóctono todavía está en proceso y es muy
incipiente. Hay programas de reforestación, en el 2000 se empezó a enseñar rapa
nui en la escuela, se educa a la juventud en valores tradicionales, etc.
Para saber más
de Rapa Nui os recomiendo leer el capítulo 2 del libro ‘Colapso’ de
JareDiamond. El capítulo se llama “Crepúsculo en Rapa Nui”.
EL EXPLORADOR NÚMERO 3.750.000
RAPA NUI, Polinesia (5 de febrero)
{Nota: Rapa Nui es el nombre de la isla, de los isleños y
de la lengua}.
El barco estaba anclado frente a la isla el 4 y el 5 de
febrero y se hicieron dos grupos de gente para visitar la isla. Un grupo un día
y otro grupo otro día. Los voluntarios
estábamos en el segundo día. Así, que el primer día lo pasamos de la piscina al
jacuzzi con vistas a la Isla de Pascua.
La noche del 4 subió al barco un grupo de jóvenes rapa
nui. No son profesionales pero lo hacen muy bien. Tocaron y bailaron música
tradicional rapa nui en el teatro del barco. A la mañana siguiente, en el
desayuno, no juntamos con Ana y Kia. Ana nos hizo una pequeña sesión reiki con
cuencos tibetanos.
A las 11h nos tocaba bajar a la isla.
Como un explorador, como en Jurassic Park, así es como se siente uno cuando llega a la Isla de
Pascua.
Llegamos a la isla como lo hicieron los primeros
pobladores, por la playa de Anakena. La isla tiene aeropuerto, que por cierto,
ha sido bastante impactante para ellos de pronto tener ese flujo de gente. Para
bien y para mal. Turismo es l nueva espada de doble filo. Como decía, la isla
tiene aeropuerto pero no tiene puerto. Peace Boat atracó frente a la playa, y
las barcas de los pescadores venían a buscarnos para acercarnos a la orilla de
la playa.
En la misma playa de arena blanquecina las palmeras, el
sol y un altar con Moais nos recibían.
De ahí acordamos con Luis, un joven taxista local, que
por 140dolares lo teníamos con nosotros todo el día. Normalmente ese el precio
que cobran por un turista, no por cinco. Pero la gente se embelesa cuando les
contamos nuestra historia.
Fuimos Chris, Gustavo, Ian, Alda y yo de excursión por la
isla.
El lugar que más me impresionó fue la cantera RanoRaraku
donde se pueden ver Moais a mitad de esculpir, y otros medio enterrados. Es un
lugar misterioso entre mágico, por l soledad de esas caras semienterradas, y
real, como si los trabajadores se hubiesen ido a almorzar y hubiesen dejado la
faena a mitad.
Desde la cantera se ven los 15 Moais de Tongariki.
Mientras comimos una empanada gigante de atún y queso,
vimos el inicio de la competición de surf dentro del festival anual de Rapa
Nui.
Es surf tradicional, primero compiten a nado imitando a
las tortugas, y después surfean con la embarcación tradicional que es como un
manojo de cañas atadas. Los competidores, todos tatuados con motivos
polinésicos, con el moño, el tanga tradicional y las piernas untadas con barro.
Tuvimos tiempo a final del día de bañarnos en Anakena.
Volvimos
otra vez en barca al barco.PECES DE CIUDAD
LIMA,
PERU (del 26 al 29 de enero)
Llegamos a Callao, y en taxi escapamos a Lima, está a
unos 20min por la autovía de la costa verde. Nos dejó en la puerta del
apartamento de Rb&b en la calle Las Dalias de Miraflores, en Lima. A mí me
parecía estar en Miami, más que en Lima. Casinos, hoteles de lujo, restaurantes
de diseño, calles limpísimas, jardines, fuentes… Alquilamos el apartamento por 25$
cada uno los cuatro días; éramos Ian, Keiko, Jewels, Cilla, Chris y yo. Fuimos
a comer y después con Samu, el amigo peruano de Chirspaseamos al mercado del
barrio más al norte de Miraflores. Es un barrio popular, que ya tenía un sabor
más real y menos de anuncio de televisión.
Compramos fruta pa’ enterrarnos, y cada uno compró
ingredientes para preparar un plato estos días. Yo compré papas, huevos y
aceite de oliva para hacer la tortilla de patatas.
Volvimos a casa y ya sólo hicimos cosas tan normales y
que echábamos tanto de menos como hacer la siesta en el sofá con la tele
encendida sin hacerle caso. Hacer viajes a la nevera y elegir lo que quieres
picotear, sin que venga troceado y racionado en un cuenco. Conectarte a
internet sin tener que pagar 22euros la hora. Tender una lavadora en el terrao.
Nosotros, gatos de los mares del sur, ahora, en Lima
somos peces de ciudad. Qué bueno poder volver a disfrutar de la cotidianeidad!
Nos encantó volver a disfrutar de esas pequeñas cosas de la rutina del día a
día.
Por la noche Chris preparó 3 sopas para cenar (una de
quinoa, otra de coco y otra de verduras) y de pronto fue como si viviéramos
allí toda la vida. Sonó el timbre y empezaron a llegar las visitas.
Llegó Joe (mi compi de habitación) y Kay (una compañera
traductora) acompañados de Renzo, un chaval que habían conocido esa tarde en un
parque mientras hacía slack line. Al rato Montse y un amigo mexicano de
la universidad, que a su vez venía con dos amigas argentinas. Todos cenamos
sopa, y después Renzo improvisó unas rimas.
Salimos a tomar unos pisco sours por la zona del parque
Kennedy y estuvimos charlando con gente que conocimos todo el tiempo.
Al día siguiente salimos a correr por el malecón de
Miraflores y después fuimos de paseo a Barranco, el barrio bohemio de Lima. De
camino nos topamos con el Museo de Arte Contemporáneo de Lima y entramos. Había una muestra de fotos de
LaChapelle.
En Barranco fuimos a comer al restaurante de una amiga de
una amiga de Chris. El lugar al que fuimos se llama Local, y es una cafetería, tienda de ropa de segunda mano y
restaurante vegetariano- ecológico en una casona colonial. Comimos
probablemente mejor que en ningún otro lugar en el viaje. Papas a la huancaína,
ensalada de quinoa, pollo al comino, hamburguesas de lentejas y manzanilla con
miel y limón para beber.
Después fuimos en taxi a Pueblo Libre, el barrio donde
había quedado con Ingrid, una compañera peruana de Jarit (Ruzafa). El taxista
nos puso un CD de poemas musicalizados de Nicomé.
Ingrid y Raquel estudiaron en la UJI el máster de
estudios para la Paz con Eloísa, también profesora mía en la carrera. Y las
dos, después de vivir en Valencia y Castellón viven y trabajan en su Lima natal
en ONGs.
Nos llevaron a una bodega típica del barrio y estuvimos
bebiendo vino, pisco sour y comiendo tapas mientras charlábamos.
Nos despedimos de Raquel, que al día siguiente iba a la
selva a dar un cursillo a una comunidad indígena sobre resolución de
conflictos. Con Ingrid quedé para volver a vernos.
Al día siguiente cada uno hizo su marcha. Yo me fui a
visitar el centro histórico de Lima. Ignoraba que el centro fuera tan grande y
estuviera tan bien cuidado. Palacio, casonas, la catedral, conventos, iglesias.
En la comida compartí mesa en un bar de menú con un hombre del norte que había
trabajado seis años, casualmente, en un barco mercante. Comí papas a la
huancaína y seco a la norteña (carne).
Después de visitar los monumentos, alguna exposición y
pasear, a eso de las 17h llegué a la plaza San Martín, y allí me encontré con
dos grupos de debate de trabajadores. Me acerqué y estuve charlando un rato con
algunos de ellos. Me quedé un rato sentado, dibujando, viendo a la gente pasar,
y al rato ya llegó Ingrid. Paseamos por algunas calles donde hay grafitis y
después fuimos al bar del hotel de la plaza San Martín a tomarnos el que según
dicen, es el mejor pisco sour d Lima. Por cierto, este hotel desde hace años es
una cooperativa de trabajadores, como los casos de Buenos Aires que me contaba
María de empresas recuperadas por trabajadores. Además, en ese hotel Joaquín
Sabina compuso el tema ‘peces de ciudad’.
De vuelta a casa, teníamos visita de otros compañeros
(Akino, Satoko, Kristin, Remco, Moe y Kenta). Había un montón de comida y
bebida.
A la mañana siguiente fui al Museo de la Nación, en el
mismo edificio que el Ministerio de Cultura, que me recordaba a los edificios del
Southwalk de Londres, a ver la
exposición: ‘Yuyanapaq, para recordar’ (quechua, español). Es una muestra de
fotoperiodismo de los años del terrorismo en Perú. Del 80 al 2000. De cómo las
ideas de Sendero Luminoso tiñeron de sangre de indígenas los campos peruanos, y
en Lima, sin saber nada. Hasta que los regueros de sangre les mojaron los
camales. Después llegó la dictadura de Fujimori, y ahora de nuevo un gobierno
democrático.
A la vuelta el taxista me preguntaba por España, yo le
dije que estaba bien jodida.
En casa cociné la tortilla de patata, hicimos las
mochilas y para Callao en un sueño colectivo. Nada más llegar me eché a dormir
la siesta. Al rato venga sonar el teléfono y yo entre mí pensaba ‘qué pesaos,
que me dejen estar’.
Luego, al final la puerta. Abrí, y estaba Remco y Eiko y
me dicen “Carlos, el barco no se puede ir hasta que no devuelvas el pasaporte
en recepción”.
Liada: se me olvidó devolver el pasaporte antes de las
18h, y eso que llegamos a las 16’30, pero me fui a dormir. Eran las 19h, y los
de inmigración tienen que poner los cuños de salida del país, luego se bajan
del barco, y después zarpamos. Pero faltaba mi pasaporte. Normalmente no
sacamos los pasaportes, pero como esta vez eran cuatro días. Por eso se me
olvidó.
No sé si es que no era para tanto, o no era el único, o
ya se han acostumbradoa mi reloj relativo, pero no me han regañao ni
penalizado.
lunes, 26 de enero de 2015
“¿PERECE ACASO MI TIERRA REGALADA A EXTRANJEROS?”*
Valparaíso, Chile (22 de enero)
Llegamos a la costa de la ciudad el día 21 a las 15h, pero no atracamos hasta el 22 temprano.
Aquí tuve la segunda de las excursiones-intercambio que PB nos ofrece gratis a los voluntarios (esta costaba 100$). La primera que hice fue en isla Mauricio.
Fuimos con el autobús a Viña del Mar, la ciudad pegadita a Valpa, pero antes querían visitar dos lugares turísticos de Valpa, así que como a los borregos nos descargaron 15min en la plaza Sotomayor y 10 minutos en el mirador de Cerro Concepción. Qué sensación tan mala la de ser parte del ganado que va detrás del guía con paraguas en una calle rodeado de chiringuitos de souvenirs. Una vez los japoneses saciaron su hambre de consumir lugares turísticos y se hicieron 200 fotos, fuimos al jardín botánico nacional en Viña del Mar, allí nos esperaba la comunidad Mapuche de Valparaíso y Viña del Mar.
Nos recibieron con música. Después de presentarnos nos sentamos en el césped en semicírculo y ellos nos explicaron la historia del pueblo mapuche. Hablaban español y la intérprete, con el megáfono lo traducía a japonés.
Nos hablaron de la época de la colonización, cuando la corona española firmó un tratado de comercio con los mapuches donde respetaban sus territorios (al sur, en la Patagonia). Una vez Chile se independizó, después de la guerra contra Perú y Bolivia por los territorios del norte, el estado envió las tropas al sur para combatir contra los Mapuches por el dominio de los territorios del sur. Y la lucha hoy en día continúa. No una guerra abierta pero igual de sangrante y sucia.
De camino a la zona de merenderos en el jardín botánico una abuela me contaba cómo en su pueblo, en el sur, los militares emborracharon a un viejo y después prendieron fuego a su ruca con él dentro para poder expropiarle su terreno.
La cesión de terrenos por parte del estado a las multinacionales hidroeléctricas y de explotación minera está haciendo que el territorio mapuche sea cada vez menor y con menos recursos. En teoría la Ley 19253 y el Convenio 169 OIT (un tratado internacional de la ONU) dicen que los territorios indígenas son intocables. Pero es sólo un papel.
Mientras unos torraban el pollo y la ternera, hacían ensaladas y ponían la mesa, otros charlaban. Estuve hablando con Ruth, Pilmaiken (golondrina) es su pseudónimo, y Débora. Pilmaiken es poeta, me regaló su libro ‘Espíritu del cielo’. Ella es nacida y crecida en el valle de Pilolcura, en tierra mapuche. Débora es una joven nacida y crecida también en el sur, ha venido a Valpa para estudiar. Me contaban cuánto extrañan sus árboles, sus montañas, sus rucas (casas), su familia. “Aquí [en la ciudad] estamos metidas en un cántaro de cemento”.
Débora tiene unas ideas bien claras que expresa con las palabras acertadas. Puedes ver en su mirada la lucha y la esperanza de su pueblo. Es una apasionada de la lucha mapuche. “mientras quede un mapuche vivo, la lucha va a seguir”. Una lucha que no es contra los chilenos, es contra el Estado de Chile.
Estuve hablando con ellos hasta las 15h. Qué ventaja hablar español y poder escuchar de primera mano sus testimonios, ideas y sentimientos.
El canal séptima visión me hizo luego una entrevista para valorar, como voluntario de PB el encuentro con los Mapuches. Le dije que la lucha por la autodeterminación también me tocaba de cerca aunque a otro nivel, que el encuentro había sido muy enriquecedor y que nunca había visto a los japoneses tan abiertos y creando lazos en tan pocas horas.
Ya en Valparaíso, de los cuatro compañeros que fuimos al intercambio, Gustavo y Chris se volvieron a la playa de Viña, e Ian y yo nos fuimos a pasear por Valpa. Teníamos cuatro objetivos: comprar vino, comernos unas empanadas, comprar un libro y beber pisco sour. Menos el libro, que no lo encontré en tres librerías, objetivos cumplidos! Por cierto, que en Valparaíso está’ la muchachada más moderna del hemisferio sur.
Por la noche, en el barco puesta en común de nuestras experiencias en Valpa con otros compañeros, y noche de ‘Poetry and wine’. Versos y tragos de vino. Como broche, abrí un sobre al vacío de jamón ibérico que todavía tenía de Madrid.
*Del poema ‘Ancestros’ de Pilmaiken, libro de poemas ‘espíritu del cielo’.
EL FIN DEL MUNDO
Por la tarde pasamos por algunos fiordos. El paisaje del estrecho de Magallanes es único. Y es normal que llamen a esta zona el fin del mundo, es que con estas montanas imponentes de roca, las nubes grises, el hielo azul de los fiordos y las aguas oscuras, este lugar no podría ser otra cosa más que el fin del mundo.
Estos tres días después de Ushuaia no tenemos clases porque estamos todo el tiempo pasando por paisajes espectaculares de montañas, fiordos y glaciares. Así que las tres palabras para definir estos días son: fotos, viento y vino caliente.
Han sido tres días de vacaciones en el crucero de verdad
Hemos hecho el evento de los abrazos gratis, el abrazo gigante del ‘cinnemon roll’ (rollo de canela) y una charla de cómo abrazar y cómo no (culturalmente ellos no se abrazan). Fue divertidísimo ensenar a los japoneses a dar un abrazo de verdad. También ensayamos un grupo de seis compañeros para cantar a polifonía. Vemos películas casi todas las tardes mientras bebemos vino en la habitación de Alda. También he asistido a las conferencias de los nuevos Mizuan. Son japoneses que viven en América Latina y hablan todos español muy bien.
Esta vez tenemos a la presidenta de los NIKKE de América Latina. Nikke son los japoneses que emigraron tras la segunda guerra mundial. Esta el profesor de guitarra de 8 cuerdas del conservatorio de Quito (por cierto que estudio en el conservatorio de Alicante en los años 70). Un fotógrafo especializado en culturas prehispánicas.
También ayer y hoy hemos celebrado el día de La Tierra, han montado un punto de intercambio de cosas, proyección de documentales, posters y actividades hechas por los pasajeros.
Después de Valparaíso organizaremos el día del español, del inglés, de los deportes, de la poesía…
PÁRRAFOS DE ROCA Y HIELO
Ushuaia, Tierra del Fuego - Argentina (15 de enero)
Como cada mañana de puerto subí al piso 9 para desayunar cereales, sándwich de queso, naranjas y café. Al salir del rellano a la cubierta, a través de las ventanas puedo ir viendo fragmentos del paisaje, y ya cuando llego a la cubierta que se llama Panorama se me dibuja la sonrisa en la cara. Cada puerto es diferente, y siempre juego a buscar algún elemento del paisaje que confirme que estamos en Asia, en África o América. Ushuaia nos recibía con sus casitas de colores con tejados a dos aguas y las montañas que abrazaban la última ciudad del planeta.
Ushuaia, a parte de un hotel-discoteca en Ibiza, es la ciudad más austral del mundo. Está en la mitad Argentina de la isla de Tierra del Fuego en la Patagonia.
Fuimos a la oficina de turismo Cilla, Bjorn, Kristin y yo a darnos de alta en el registro de montañeros de la ciudad para hacer la ruta por el Parque Nacional de la Tierra del Fuego. Compramos algo en el supermercado, sacamos pesos argentinos en el Banco Galicia y fuimos a la plazoleta donde lo microbuses hacen las excursiones. Negociamos por 500 pesos ida y vuelta al inicio de la ruta a La Laguna Esmeralda y el Glaciar Ojos del Albino. Esa es la ruta que desde las 12 a las 19h estuvimos haciendo.
El conductor, Richi, es peruano y se vino a Ushuaia por trabajo. Aquí los salarios son más altos porque tienen un plus por adversidades del tiempo. Además la isla es una zona sin impuestos para atraer empresas y familias que perpetúen la continuidad de la vida argentina en la isla.
Richi me contaba como Ushuaia solo era una prisión ya en tiempos de la independencia de Argentina, pero con la ocupación británica de las Malvinas (están al lado), el gobierno argentino decidió empezar las repoblación de la isla para evitar que los británicos la ocuparan. Y hoy Ushuaia es una ciudad de unos 120.000 habitantes que vive del turismo de montaña y de una fabrica china o japonés (Richi no sabe seguro) que monta electrodomésticos, móviles y aparatos electrónicos para distribuirlos al resto del país. Me dijo que la gente viene por trabajo pero no aguantan mucho tiempo por el clima tan extremo.
Los precios, aunque son sin impuestos son iguales que los de Buenos Aires ya que aquí lo tienen que importar absolutamente todo.
Empezamos la ruta y nos acompañó un perro hasta la Laguna Esmeralda. Que se llama así por el color esmeralda de sus aguas. Ese color lo dan las partículas de polvo de roca que están en suspensión en el agua. Seguimos caminando por este paraje hasta llegar al glaciar. Cuanto tiempo sin sentir el crujido de la nieve bajo los pies.
A la vuelta caminamos buena parte del tiempo en silencio disfrutando de estos paisajes tan espectaculares. ¡Qué bueno es llenarse la cabeza de montañas!
Definitivamente, el poder que tienen las montañas nunca lo tendrá el océano.
A las 19 volvimos a Ushuaia y quedamos con otros compañeros para ir a cenar. Fuimos a un restaurante de tenedor libre (bufet libre) que nos recomendó Richi “La Estancia”. Buen vino de la isla y caldereta de marisco.
Después nos encontramos con el resto de compañeros en el bar Dublín. Muy divertido poder pasar una noche juntos fuera del barco y sin japoneses alrededor por una vez. Pintas de cerveza y risas entre argentinos, expatriados y turistas montañeros.
A dormir al barco, ya que el puerto está en el mismo centro de la ciudad.
A la mañana siguiente fui a desayunar a una cafetería de la calle San Martin, café con leche, un croissant relleno de membrillo y wi-fi.
Después me compre un libro que se llama “Relatos de la Patagonia originaria. Mitos y leyendas de los Tehuelches y los Mapuches”. Relatos compilados por la asociación La Nube de Buenos Aires, editado por ‘ediciones continente’ (empresa recuperada y gestionada por sus trabajadores) y encuadernado en cooperativa de trabajo La Nueva Unión Ltda. (empresa recuperada y gestionada por sus trabajadores). Es la información que viene en la contraportada. Como me contaba María en Bueno Aires, durante la crisis del corralito los trabajadores fueron los que se unieron y sacaron adelante las fábricas y empresas que sus jefes habían cerrado.
TIMBALES DE LOMO
Montevideo, Uruguay (10 de enero)
Desde la cubierta 11 del barco, Montevideo nos daba la Bienvenida. Pasee por las calles de la ciudad vieja con Joe (mi compañero de habitación). Calles en cuesta nos llevaban a lo alto del barrio desde donde se podían ver las aguas marrones del río de La Plata. El barrio viejo respira historia. Viejos palacetes y caserones coloniales abandonados, desconchados y con plantas silvestres hablan del pasado poderoso de la ciudad vieja.
En uno de esos caserones estaba el centro cultural – taller La Vieja Telita. Es un taller de esculturas sonoras.
Llegamos a la Plaza principal donde está el edificio de La Presidencia (donde Mujica tendrá) sus reuniones, el teatro Solís que asoma por detrás, algunos hoteles y el que un día fue el edificio más alto de Sudamérica. De esta plaza arranca la gran avenida 18 de julio.
Cambiamos dinero a pesos uruguayos en el casino y fuimos a comer al restaurante Danubio, que nos recomendó un señor por la calle. Entrecot, lomo y vino tinto argentino. Después de comer yo me fui a mi aire a pasear por las calles de la ciudad con sus baldosas rotas y las gotas de los aires acondicionados cayendo en las aceras.
Visité una exposición de arte contemporáneo en el centro de exposiciones SUBTE. En una de las placitas encontré a tres músicos argentinos (ukelele, guitarra y cajón) que tocaban cumbia. “Como hacemos para subirnos a ese barco!” me decían. Bajé calle abajo en busca del Café Brasilero, un café histórico de la ciudad donde Eduardo Galeano suele ir. Pero estaba cerrado. Seguí el paseo y encontré el Centro de Cultura Española de Montevideo (CCE), el Centro Gallego (primera institución gallega del mundo dice el letrero), pero también estaban cerrados.
Llegué al paseo del río donde la gente se bañaba, otros tomaban mate al sol, el ambiente era muy agradable. Había un gran mural, me acerqué a verlo y había una placa que explicaba que ese mural-grafiti lo habían realizado diferentes colectivos de la ciudad, dando vida a esa aburrida pared de un almacén. El hecho de que la acción se llevo a cabo con gente de la ciudad hace que lo sientan suyo y todos respetan ese mural (no hay grafitis encima), además de generar cohesión y dinamismo social.
El mural, la legalización de la marihuana en Uruguay y el edificio del centro de diversidad sexual, me hizo pensar que a mayor libertad, diversidad y empoderamiento civil, mas rica es una sociedad.
Al poco de seguir paseando escuchaba una timbalada a lo lejos, me acerqué, entré al patio donde estaban ensayando. Era una comparsa de carnaval: Integración es el nombre de este grupo que es una de las 50 comparsas de la ciudad. En sus timbales tienen pintado el mapa de África que simula el perfil de una mujer y los ritmos son evidentemente de origen africano. Lo músicos de esta comparsa trabajan por la igualdad de la personas independientemente de su color de piel. Quería entrevistar a Héctor, el organizador de la comparsa, pero estaban ensayando y me dijo “vuelve mañana, es que ahora estoy laborando”. Pero mañana yo ya no estaba allí. Ya era hora de volver al barco e irnos hacia la Patagonia.
sábado, 10 de enero de 2015
ALGUNAS VECES SUELO RECOSTAR, MI CABEZA EN EL HOMBRO DE LA LUNA.
Buenos Aires,
Argentina (9 de enero)
Abrazos en la terminal de pasajeros del puerto de Bueno
Aires… ¡María!
Fuimos por la calle Florida a cambiar dinero (1$-12pesos).
Me parecía estar en la calle preciados de Madrid. Cruzamos la diagonal y me
parecía estar en la Vía Laietana de
Barcelona. Llegamos a la plaza de mayo.
Visitamos por encima la catedral, el cabildo, la casa rosada y lo pañuelos de
las madres de mayo pintados en el suelo.
De ahí pasamos por el café London, donde Cortázar
escribía. Nos tomamos por la zona un Quilmes (la cerveza de Argentina) y unas
empanadas.
Paseamos por las calles y nos encontramos con ‘el mercado
de la resistencia’ y de fondo sonaba Sabina. Ya me sentía como en casa. Qué
emoción escuchar a Sabina y saber que la gente que lo está escuchando también
lo está sintiendo. Es la primera vez desde que salí en avión de Madrid que
estoy en una sociedad donde entiendo todo lo que se dice y cómo s dice, donde
puedo hablar sin pensar, escuchar la música y emocionarme y bromear sabiendo
como reaccionarán los que escuchan.
El mercado se llamaba así porque eran vendedores
callejeros que fueron expulsados de las calles por el gobierno d la ciudad.
Gracias a su perseverancia consiguieron que el nuevo gobierno local les ceda y
pague el alquiler de ese bajo en el centro de la ciudad, y ellos poder vender
sus artesanías.
De ahí nos despedimos de mis compañeros y me fui con
María a descubrir su Buenos Aires.
Pasamos por el Congreso, y llegamos a las librerías de la
calle Corrientes. Almudena Grandes,
Javier Marías, Cortázar y otros autores se mezclaban por las estanterías. María
me regaló un libro de César Aira.
Me da la impresión de que aquí la gente ama la lectura,
se cuidan mucho a sus autores y hay librerías y puestos d libros de segunda
mano por muchas calles.
De ahí nos fuimos a casa
a preparar la comida. Por fin una comida casera, un sofá de casa, ¡todo de
casa!
Conocí a María José, una de las compañeras de piso María y comimos los tres junticos.
Después cogimos las bicis
y nos fuimos los dos a dar vueltas por Palermo hasta llegar a los bosques de
Palermo, así se llaman los parques de la zona.
Me encantó descubrir la ciudad en bici. La bici le da un
ritmo a la ciudad muy especial. Pasamos por tiendas de ropa de segunda mano,
tiendas de hispters, bares muy modernos. En los parques la gente corriendo,
patinando bajo un sol alegre.
Volvimos a dejar las bicis y dimos un paseo por el
barrio, que tiene unos bares y cafés muy bonitos. Nos tomamos un helado de dulce
de leche. Me compré un choripán para
cenar en el barco y nos fuimos en subte al obelisco. De ahí un taxi al puerto. Le enseñé el barco
a María en 10 minutos y nos abrazamos.
Me sentí tan cómodo en Buenos Aires que también quiero
volver.
CON LA MIEL EN LOS LABIOS
Rio de Janeiro,
Brasil (5 de enero)
A las 5.30h ya estaba en la cubierta para ver el amanecer
en la bahía de Rio de Janeiro. Binka nos lo recomendó. Fue bonito ver salir el
sol y como iba dibujando las montanas, y al fondo el cristo sobre el monte
corcovado.
Nos despedimos de Binka en el barco, ella volvia a su
casa en las montanas. Pasamos el día Ian, Chris, Jewels y yo. Como en
Mozambique, fue muy divertido inventarme el portugués a través del español.
Fuimos en taxi al centro histórico. Las calles empedradas, las casitas de
estilo colonial, la gente caminando por las calles. Fuimos al café Colombo, un
café de la ‘época colonial que parece sacado de alguna avenida parisina. Es un café
de 1894 decorado con espejos gigantes, todo tallado en madera, las mesas de
mármol y forja. Y es donde los locales van a tomarse el cafezinho. Después
paseamos por el centro, tomamos unos zumos de mango, entramos a algunos
mercados e iglesias.
Cogimos un taxi y nos fuimos al barrio de Santa Teresa.
Un barrio muy bonito por donde pasa el tranvía. Hay muchas tiendas-talleres de
artesanos, tiendas de música, cafeterías y bares con estilo. Tomamos una
cerveza Colorado y conocimos a una viajera suiza que estaba recorriendo
Sudamérica.
Hacía calor y ya nos apetecía bajar a la playa.
Copacabana: una playa urbana de arena blanca, rodada de montanas con una
vegetación exuberante. El paseo marítimo tenía muchos hoteles y bares, como
todos los pasos marítimos vaya. Nos compramos unos zumos de assai y unas
napolitanas y coxinhas y fuimos a la playa.
Las olas eran muy altas y venían con fuerza, la corriente
era muy fuerte, así que nos dimos un chapuzón en la orilla y jugamos un poco,
pero daba respeto. Esas olas en el Mediterráneo no existen. Nos tomamos unas
caiprinhas de fruta de la pasión (están mucho más ricas que las de lima).
Qué casualidad que en la playa nos encontramos con otros
compañeros del barco. Pasamos la tarde ahí en la playa.
Después volvimos a separarnos n los mismos grupos y
nosotros fuimos en metro al centro de nuevo. No tomamos una cerveza y decidimos
ir hacia el puerto pie explorando el
barrio del puerto. Si ya nos había encantado la ciudad, después d conocer este
barrio ya no nos queríamos ir. Casitas bajas, muchos bares, calles empedradas.
Muy similar al centro, pero sin turistas.
Nos sentamos en el bar ‘armazém 04’ de una placita bien
chula (Largo São Francisco da Prainha, 4 - Saude, Rio) Tomamos unas empanadas y unas cervezas. Hablamos con los de la mesa de
al lado y nos dijeron ‘pasaros ahora por la calle de al lado que vamos a poner
música’. Y eso hicimos. Ya falta poco para carnaval, y las comparsas quedan en
los bajos para ensayar o reunirse. En la calle, los bajos estaban abiertos y
todos servían caipirinhas. Habían puesto música. Un poco más al fondo donde ya
empezaban las calles arriba seguía habiendo bajos de casas abiertos, gente en
la calle bebiendo, preparándose para bailar y pasarlo bien. Qué pena no haber
podido disfrutar de todo eso. Teníamos que volver al barco para irnos ya a
Buenos Aires.
¡Espérame Rio que algún día volveré!
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